09/11/2020

Voces Del Interior

 Texto por A. Ventura

El camino dorado

¿Te acordás de aquellas tardes? Volvías caminando por la arena a esa hora en que el sol ya no quema, pero acaricia tu piel como el beso de tu madre cuando eras un niño. Regresabas a casa a esa hora en que la arena se torna dorada, como si fuera realmente de oro. Volvías con tus brazos cansados de tanto nadar en el mar esmeralda, con las piernas doloridas del esfuerzo que implica recorrer ese camino dorado... Y a veces... Solo te echabas allí donde la curva delicada de la bahía te permitía contemplar el sol de verano ocultándose tras la ciudad... Y así, recostado allí... Dormitabas soñando sueños nuevos mientras esa brisa de verano te daba todo lo perfecto de este mundo. Y no existía el miedo a perder. No existía un más allá, solo ese momento de gracia divina congelado en el cofre de tu memoria... Y casi podías sentir la vida recorriendo tus venas. En cada suspiro en cada latido... Y alguna vez... Una lágrima corrió por tu mejilla bronceada agradeciendo ese pedacito de eternidad que a pocos mortales se les permite alcanzar alguna vez. En ese camino dorado te convertiste en el hombre que eres hoy... Con todos tus defectos y virtudes, tus pequeñeces y tu grandeza... Recuerda aquellas tardes, nunca las olvides... Por qué cuando encuentres algo que te de esa paz que todos buscamos debes aferrarte a ello y no olvidar dónde hallaste ese tesoro. Fui, soy, seré... Estoy. Y el mundo gira... Y hoy también fue un atardecer de esos que en mí jerga llamo gloriosos. Y yo no olvidó. Ni tú tampoco deberías hacerlo hijo de esta tierra.


Señora de mis sueños

Anoche soñé con vos. Y aun cuando al despertar ya no estabas igual fue bonito y no había tristeza ni melancolía. Tal vez los buenos momentos vividos nos dan un plus de alegría, aunque sepamos que nunca se van a volver a repetir. O tal vez por qué el recuerdo de tu sonrisa, de aquel último beso o de las largas charlas sean lo suficientemente dulces para perdurar en el tiempo, inmaculados en el brillante camafeo de mí memoria. Todo pasa. Todo cambia. Pero las sensaciones vividas perduran... Y nos hacen ser lo que somos. De alguna forma no son hechos muertos... La luz de tu mirada está más viva que nunca en algún rincón de mí alma humana... Ese donde todos los sueños nacen. Sos tarde de mí vida, amanecer de mis ilusiones y perdón de mis deseos más preciados. ¿En qué lugar está todo eso? No lo sé. Tal vez nunca lo sepa, sin embargo, el sentimiento guía mis dedos aun cuando viene de un lugar mucho más profundo y misterioso. Brilla ya una vez más el sol de enero, radiante, ardiente como aquel último beso. Viva todo lo que fue y ya no es. Viva todo lo que aún ha de ser y ninguna página escrita ha sido aún. Ganamos. Perdemos. Vivimos en el entresueño de los mundos del alma. Y pasa, cómo pasa todo lo mejor. Hoy es hoy y mañana veremos. Límpido resguardo de los corazones ardientes que han luchado, que han amado y que han sobrevivido para gozar nuevos amores. Eres eso y allí estás cómo siempre te soñé. Incólume en todo tu pristiño esplendor. Y una vida de mil sobre la faz del ancho mundo se vive así... Cómo debe ser vivida cariño mío. Todo está en ti. Todo está en mí. Todo está en nosotros y en este sueño de verano.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Su comentario es apreciado. Muchas gracias.

Soplan Vientos De Cambio...