Texto por A. Ventura
El camino dorado
¿Te
acordás de aquellas tardes? Volvías caminando por la arena a esa hora
en que el sol ya no quema, pero acaricia tu piel como el beso de tu
madre cuando eras un niño. Regresabas a casa a esa hora en que la arena
se torna dorada, como si fuera realmente de oro. Volvías con tus brazos
cansados de tanto nadar en el mar esmeralda, con las piernas doloridas
del esfuerzo que implica recorrer ese camino dorado... Y a veces... Solo
te echabas allí donde la curva delicada de la bahía te permitía
contemplar el sol de verano ocultándose tras la ciudad... Y así,
recostado allí... Dormitabas soñando sueños nuevos mientras esa brisa de
verano te daba todo lo perfecto de este mundo. Y no existía el miedo a
perder. No existía un más allá, solo ese momento de gracia divina
congelado en el cofre de tu memoria... Y casi podías sentir la vida
recorriendo tus venas. En cada suspiro en cada latido... Y alguna vez...
Una lágrima corrió por tu mejilla bronceada agradeciendo ese pedacito
de eternidad que a pocos mortales se les permite alcanzar alguna vez. En
ese camino dorado te convertiste en el hombre que eres hoy... Con todos
tus defectos y virtudes, tus pequeñeces y tu grandeza... Recuerda
aquellas tardes, nunca las olvides... Por qué cuando encuentres algo que
te de esa paz que todos buscamos debes aferrarte a ello y no olvidar
dónde hallaste ese tesoro. Fui, soy, seré... Estoy. Y el mundo gira... Y
hoy también fue un atardecer de esos que en mí jerga llamo gloriosos. Y
yo no olvidó. Ni tú tampoco deberías hacerlo hijo de esta tierra.
Señora de mis sueños
Anoche
soñé con vos. Y aun cuando al despertar ya no estabas igual fue bonito y
no había tristeza ni melancolía. Tal vez los buenos momentos vividos
nos dan un plus de alegría, aunque sepamos que nunca se van a volver a
repetir. O tal vez por qué el recuerdo de tu sonrisa, de aquel último
beso o de las largas charlas sean lo suficientemente dulces para
perdurar en el tiempo, inmaculados en el brillante camafeo de mí
memoria. Todo pasa. Todo cambia. Pero las sensaciones vividas
perduran... Y nos hacen ser lo que somos. De alguna forma no son hechos
muertos... La luz de tu mirada está más viva que nunca en algún rincón
de mí alma humana... Ese donde todos los sueños nacen. Sos tarde de mí
vida, amanecer de mis ilusiones y perdón de mis deseos más preciados.
¿En qué lugar está todo eso? No lo sé. Tal vez nunca lo sepa, sin
embargo, el sentimiento guía mis dedos aun cuando viene de un lugar
mucho más profundo y misterioso. Brilla ya una vez más el sol de enero,
radiante, ardiente como aquel último beso. Viva todo lo que fue y ya no
es. Viva todo lo que aún ha de ser y ninguna página escrita ha sido aún.
Ganamos. Perdemos. Vivimos en el entresueño de los mundos del alma. Y
pasa, cómo pasa todo lo mejor. Hoy es hoy y mañana veremos. Límpido
resguardo de los corazones ardientes que han luchado, que han amado y
que han sobrevivido para gozar nuevos amores. Eres eso y allí estás cómo
siempre te soñé. Incólume en todo tu pristiño esplendor. Y una vida de
mil sobre la faz del ancho mundo se vive así... Cómo debe ser vivida
cariño mío. Todo está en ti. Todo está en mí. Todo está en nosotros y en
este sueño de verano.
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