Tu Esencia
Me desperté, y vi por la ventana;
Contemplé el cielo, estaba limpio, claro,
Quise encontrarte, verte,
Porque te extraño.
Salí de casa y vi de cerca el cielo;
Te vi, pero no estabas ahí;
Miré las nubes, te vi en ellas,
Pero tampoco estabas;
Miré el sol, y en él te vi también,
Pero en él tampoco estabas.
Miré las plantas, con sus flores hermosas;
Y ahí también te vi, pero tampoco estabas;
Caminé hasta llegar a un verde,
Un hermoso lugar lleno de hierba,
Y ahí te vi en todos lados,
Pero en ninguno de esos lados
Sentí tu esencia.
Pasé de los verdes a las calles
Y en cada esquina te veía,
Pero en ninguna de ellas
Sentí tu esencia;
En algunos cruces de calles
Me puse en el medio de ellos,
Y ahí también estabas, a mi alrededor,
Te vi, pero no estabas…
En esencia tampoco estabas.
Caminé
Y seguí caminando por la calle,
Y en toda la gente te veía,
Pero en ninguna estaba tu esencia.
Fui hasta la orilla del mar,
Escuché su sonido, y el del agua;
Sentí la arena, seca y mojada;
Estabas en la arena, en el agua,
En la espuma, en la sal,
Y en ese viento
Que ruge siempre sobre la costa;
Te vi,
Pero no estaba tu esencia.
Te seguía viendo por todos lados,
Cada vez me desesperaba más
Al no encontrarte,
Al verte en todos lados
Pero no hallar tu esencia en ninguno.
Y decidí volver a casa,
Solo, angustiado, triste,
Porque no pude hallarte.
Con los ojos envueltos en sollozo
Llevé mis trémulas manos a mi cara
Para secarme esas dolientes lágrimas
Provocadas por no poder hallarte.
Luego, mis manos
Se tendieron en mi pecho,
En el medio de mi pecho;
Y fue en ese momento
Cuando mi angustia se evaporó;
Ahí, en ese instante, me di cuenta
De que en el medio de mi pecho,
En mi corazón,
No te veía, pero sí te sentía;
Ahí sentí tu esencia…
Donde no te podía ver, pero sí podía sentirte;
Como antes, como ahora, y como siempre,
Y como cada vez que pienso en vos
Y no te veo.
Por: Azrael
El Fin De Lo Vivido
Al este y al oeste de este querido mar
resuenan las gaviotas, que cantan sin cesar;
Sus alas no se mueven, planeando allá en lo alto:
recuerdo así esa noche en ese inmenso mar.
Resuenan los timbales, resuenan en mi mente,
anunciando el destino, este nuevo final
del mundo conocido, de lo ya vivenciado,
de lo experimentado por nuestra humanidad.
Un rayo bienhechor que rasga en dos el cielo
es el gran mensajero del nuevo devenir;
tras él vendrá, impetuosa, una recia tormenta
para limpiarlo todo y a todos por igual.
En el medio del mar yo sigo navegando,
batallando con olas que arrecian por demás;
prueban la resistencia del mundo y del planeta
ante esta nueva prueba que habremos de pasar.
Premonición, mensaje, aviso para el mundo,
quizás sea todo junto, sin embargo, ya es hoy;
es más que un gran presagio, es un hecho concreto,
es el aquí y ahora, de nuestra realidad.
Al este y al oeste de este querido mar
resuenan las gaviotas, que cantan sin cesar;
Sus alas no se mueven, planeando allá en lo alto:
recuerdo así esa noche en ese inmenso mar.
Resuenan los timbales, resuenan en mi mente,
anunciando el destino, este nuevo final
del mundo conocido, de lo ya vivenciado,
de lo experimentado por nuestra humanidad.
Un rayo bienhechor que rasga en dos el cielo
es el gran mensajero del nuevo devenir;
tras él vendrá, impetuosa, una recia tormenta
para limpiarlo todo y a todos por igual.
En el medio del mar yo sigo navegando,
batallando con olas que arrecian por demás;
prueban la resistencia del mundo y del planeta
ante esta nueva prueba que habremos de pasar.
Premonición, mensaje, aviso para el mundo,
quizás sea todo junto, sin embargo, ya es hoy;
es más que un gran presagio, es un hecho concreto,
es el aquí y ahora, de nuestra realidad.
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